Bitácora Guía Local

Ciudad Vieja y San Miguel Escobar, memorias de la primera capital hispánica en el Valle de Almolonga

La visita de reconocimiento de Ciudad Vieja, que debía abarcar además de Ciudad Vieja sus dos aldeas, San Miguel Escobar y San Lorenzo el Cubo, se hizo en dos partes. La primera fue como tarea previa a la clase, para no ir en ignorancia absoluta, y la segunda, el día de clases, 20 de mayo. En ninguna de las visitas pudimos ir a San Lorenzo el Cubo, por lo que el sitio queda pendiente de explorar por cuenta propia.

En la visita previa que realicé con compañeras de la carrera, que fue el 16 de mayo, entre 2 p.m. y 5 p.m., pasamos primero por San Miguel Escobar. No me había dado cuenta que la misma Calle Real, la aldea en la que vivo, San Pedro Las Huertas, te lleva directo a la iglesia de San Miguel Escobar, y luego a una cuadra de la Plaza Central de Ciudad Vieja. De hecho, en una caminata de media hora llegaría desde mi casa a la iglesia de San Miguel Escobar, y otra media hora desde San Miguel Escobar hasta la plaza de Ciudad Vieja. Un compañero, Esteban, hizo el tour por cuenta propia en bicicleta y nos comentó que le pareció súper amigable para ello, incluso más que el casco de La Antigua.

En el viaje de reconocimiento, con Alma, mi compañera, primero visitamos la especie de placita que tiene San Miguel Escobar. Digo “especie de placita” porque en realidad se trata de la iglesia, con su cruz atrial al frente, pero pasa una calle en medio, y del otro lado de la calle se encuentra un centro educativo en semiabandono. Esos modestos vestigios, y en especial la iglesia que data de tiempos coloniales, guardan la memoria histórica de la capital hispánica que fue Santiago de Guatemala en el Valle de Almolonga, antes de pasar al Valle de Panchoy, donde hoy se ubica el casco de La Antigua Guatemala.

Les cuento pues un poco lo que aprendí de este primer reconocimiento, acompañándome de un poco de lectura. Antes de que la joya colonial de La Antigua Guatemala existiera, la historia del “Reino” de Guatemala se remonta a un campamento que no llegó a convertirse en capital. Ese campamento fue establecido en 1524 dentro de Iximché, antigua ciudad prehispánica del poderoso reino Kaqchikel. Sin embargo, los conflictos entre los españoles y los pueblos originarios obligaron a abandonar rápidamente ese asentamiento.

La corona española decidió entonces fundar formalmente la primera capital al pie del imponente Volcán de Agua, en el valle de Almolonga. Por mucho tiempo se pensó que esta ciudad —la primera planeada y construida por los españoles— se ubicaba en la actual cabecera de Ciudad Vieja. No obstante, investigaciones difundidas en 1983 confirmaron que el verdadero asentamiento estuvo en la aldea de San Miguel Escobar, que hoy forma parte del municipio de Ciudad Vieja.

La historia de esta capital tuvo un trágico desenlace: en 1541, un deslave devastador descendió desde el Volcán de Agua y sepultó la ciudad, cobrándose la vida de decenas de personas, incluida doña Beatriz de la Cueva, gobernadora de Guatemala. Este desastre obligó al traslado de la capital una vez más, esta vez al Valle de Panchoy, donde surgió la segunda capital: la actual Antigua Guatemala.

Hoy, caminar por San Miguel Escobar y Ciudad Vieja es sumergirse en los orígenes del período colonial, en un territorio donde la tierra misma ha marcado el curso de la historia.

Acá comparto las fotos de ese día en San Miguel Escobar. Verán la iglesia, un templo dedicado a San Miguel Arcángel, figura central en la tradición cristiana. Su nombre proviene del hebreo Mikha’el, que significa “¿Quién como Dios?”, palabras escritas en las puertas, y también se consigna la respuesta: “Nadie como Dios”.

Enfrentando el templo se encontraba una cruz atrial de madera, de origen colonial, que marcaba el espacio religioso y servía como símbolo del proceso de evangelización. Esta cruz era un valioso elemento patrimonial, tanto por su antigüedad como por su carga simbólica, pero fue sustituida en 1964 por otra, que es la que vemos hoy.

También les comparto las siguientes fotos que hablan de una reliquia viviente, muy querida por los vecinos de toda la zona, tanto del Valle de Almolonga como del Valle de Panchoy. Al otro lado de la calle de la iglesia de San Miguel Arcángel, en San Miguel Escobar, crece un antiguo y significativo árbol de esquisúchil (Bourreria huanita), cuya historia está profundamente ligada a los orígenes coloniales y espirituales de la región. Según la tradición local, fue sembrado por el propio obispo Francisco Marroquín, primer obispo de Guatemala y figura clave en la evangelización de la religión católica. Según se cree, este árbol en San Miguel Escobar fue el primero de su especie plantado en la región.

Su valor no es solo botánico o paisajístico: este esquisúchil está vinculado a uno de los personajes más queridos de la historia religiosa guatemalteca, el Hermano Pedro de Betancur. Se cuenta que del árbol sembrado en San Miguel Escobar se tomó un fragmento, que luego el Hermano Pedro plantó junto al templo de El Calvario en Santiago de los Caballeros de Guatemala, lo que dio origen al famoso árbol del esquisúchil del Hermano Pedro.

Así, este árbol en San Miguel Escobar no solo es un testigo centenario, sino el origen de una cadena de memoria religiosa, historia y naturaleza viva.

Sin embargo, tal como en una reciente conferencia en Porta Hotel advirtió el Dr. Miguel Torres, etnobotánico reconocido por el rescate y difusión de esta especie de árbol como aporte al patrimonio cultural, este valioso árbol en San Miguel Escobar está herido y en riesgo, como ven en las fotos abajo. Este árbol se encuentra en un pequeño espacio que lo mantiene prisionero, y además ya le pasan por sus ramas algunos de los barrotes de la cerca. El Dr. Torres está tratando de incidir con la alcaldía para tomar medidas para salvar este árbol, para darle el espacio que merece, pero no ha tenido hasta la fecha eco su petición. El espacio en el que se encuentra es un bien municipal. ¡Esperamos que a esta iniciativa se le dé la atención que merece, antes que sea demasiado tarde!

Siguiente parada: la Plaza de Ciudad Vieja

Ya con un poco de contexto histórico sobre la disputa que existe respecto al verdadero asentamiento de lo que fue la capital en el Valle de Almolonga, siendo San Miguel Escobar su verdadero centro, se ve con otros ojos la plaza e iglesia de Ciudad Vieja. Sin duda, el kiosco de la plaza, frente a la iglesia, las ruinas y vestigios en la Municipalidad y en el nuevo mercado hacen de Ciudad Vieja un encantador lugar para pasar una tarde maravillosa, pero siempre es importante reconocer que la historia formal y oficial necesita ser cuestionada y enfrentada para ser corregida, teniendo así como guía de turismo un bagaje más valioso de información que pueda ampliar la visión propia y trasladar un relato más objetivo a los visitantes. Independientemente del valor histórico rescatado para San Miguel Escobar, no disminuye la riqueza cultural e histórica de Ciudad Vieja.

Seguimos en nuestro viaje de pre-reconocimiento con mi amiga y compañera de estudios, Alma, pero nos encontramos además con Lorena y sus dos hijos, una de ellos Mónica García, quien es guía general en Guatemala y nos aportó mucho en este primer contacto con Ciudad Vieja.

En el centro del poblado se alza la iglesia de Ciudad Vieja, dedicada a Nuestra Señora de la Concepción, reconstruida con líneas sobrias y paredes blancas que evocan el legado colonial. Frente a ella se extiende la plaza central, donde un encantador kiosco de hierro forjado adorna el parque, rodeado de bancas, árboles y la cotidianidad tranquila de sus habitantes. La vista de los volcanes, tanto del Volcán de Agua como de los volcanes de Fuego y Acatenango, es impresionante desde este kiosco o desde la plaza al lado de la iglesia.

Uno de los detalles más curiosos y distintivos es el monumento en la plaza, el cual conmemora la primera capital hispánica de Guatemala, con una imagen que representa la fundación por españoles, indígenas y el poder de la Iglesia. En la parte superior se encuentra un círculo que se parece a un escudo con su jinete y caballo, y se pueden apreciar los tres volcanes que se ven desde Ciudad Vieja: Agua, Fuego y Acatenango.

En el edificio de la alcaldía municipal se conservan ruinas coloniales en su interior, accesibles al público, que aportan un vínculo directo con el pasado. Estas estructuras están acompañadas de una inscripción que da cuenta de su importancia histórica, posiblemente relacionada con las primeras instituciones de gobierno establecidas en esta ciudad.

A pocos pasos de la plaza está el mercado municipal que, aunque modesto en tamaño, está remodelado, limpio y moderno. Adentro se conservan vestigios de una antigua linternilla o tragaluz central, vestigio de diseños arquitectónicos pasados que permitían la entrada de luz natural. Este detalle conecta la vida cotidiana de hoy con el pasado constructivo de la región.

Los alegres buses coloridos se hacen en Ciudad Vieja

Si hay algo de lo cual no tenía idea era que Ciudad Vieja es la sede de la industria de talleres que hermosean esos busitos tan coloridos que uno ve por toda Guatemala, y que son incluso temática de reproducciones en artesanías, como un recuerdo súper coloquial. Y pues, Mónica García nos indicó el lugar donde se encuentra uno de esos talleres.

Hoy en día, decenas de talleres en Ciudad Vieja hacen este tipo de trabajo: remodelan, adaptan, pintan y enderezan carrocerías de “buses escolares” y los convierten en verdaderas artesanías en movimiento. Sin embargo, el taller San Jorge, donde nos recibió uno de los dueños, Giovani, quien heredó el negocio de su padre, fue uno de los cuatro pioneros en esta pujante industria local, según nos contó. Y así culminó este pre-reconocimiento, lista para la clase a pocos días.

Una Casa del Turista con vocación altruista

Se llegó el día de clase y el reconocimiento oficial de la zona. Después de un examen, salimos de INTECAP hacia Ciudad Vieja, llegando por allí tipo 10:30 a.m. Llegamos a la plaza, con su iglesia y alrededores, de lo cual ya anoté su relevancia y no lo repetiré acá. No apunté si faltaron compañeros, pero estoy segura de que faltaron un par. ¡Lo cierto es que hacía un día espectacular!

El profesor Guillermo Cuéllar nos indicó que íbamos a trabajar de nuevo en los mismos grupos que armamos para el reconocimiento de San Antonio Aguas Calientes. Es decir, se nos asignaría una zona y empezaríamos a tomar nota de la planta turística, incluyendo servicios complementarios. Pero primero, como grupo completo, hicimos una parada en la Casa del Turista, a media cuadra de la plaza central.

La Casa del Turista es un pequeño centro cultural y de información ubicado en el corazón de Ciudad Vieja, justo frente al parque central. Funciona como punto de bienvenida para visitantes, donde se puede conocer más sobre la historia local, los vestigios coloniales y la importancia de esta antigua capital. Asimismo, tienen una réplica del Arco de Santa Catalina en La Antigua Guatemala y muestras de las principales industrias con las que cuenta Ciudad Vieja: cajas fúnebres y buses coloridos.

El espacio ofrece material informativo, exhibiciones sobre el pasado del valle de Almolonga y, en ocasiones, talleres o actividades culturales. Su ambiente sencillo y acogedor refleja el espíritu del lugar: una comunidad orgullosa de su patrimonio y abierta a compartirlo. En esta casa también funciona ProChapina, una organización sin fines de lucro dedicada al empoderamiento de mujeres y niños en Ciudad Vieja. Ofrecen programas educativos, talleres de emprendimiento y apoyo en salud y alimentación, buscando mejorar la calidad de vida de la comunidad. Deborah Hernández nos atendió en este recorrido y nos contó historias desgarradoras sobre las situaciones extremas que viven las mujeres a las que tratan de ayudar, pero cómo para muchas de ellas representa no solo una tabla de salvación, sino una opción de productividad e ingresos.

Cabe mencionar que en la Casa del Turista hay un hotel y una cafetería. Los ingresos provenientes de estos servicios ayudan a mantener en pie la casa y la organización sin fines de lucro, sumado al apoyo que reciben de entes canadienses y de una empresa textilera nacional.

La Casa del Turista cuenta con una terraza con una vista espectacular, y es ideal para iniciar desde acá un recorrido por los principales atractivos de Ciudad Vieja.

La industria en cadena de las cajas fúnebres

Saliendo de la Casa del Turista, junto a mi grupo, empezamos a caminar y a apuntar lo más relevante sobre nuestra ruta. Encontramos piscinas municipales que se ven muy limpias, y se pueden usar por Q10 por adulto y Q5 por niño. Además, pasamos por el Centro de Salud de Ciudad Vieja, el cual tiene muy buena fama por su equipo y atención. Por todos lados hay ventas de antojitos y comida, y no nos resistimos a comprar fruta con chocolate. ¡Estaba buenísimo mi choco banano! Lástima que eso me quitó el apetito para el almuerzo que ya pronto se avecinaba. Una cosa llevó a la otra. La señora de la fruta con chocolate nos recomendó a su hijo para que nos explicara el tema de los ataúdes, ya que él trabajaba en un taller en donde se arman. Nos indicó la ruta, rumbo a las faldas del Volcán de Agua. Y empezamos a subir. A pocas cuadras encontramos el taller, donde nos explicó que allí solo los armaban. Nos indicó, sin embargo, que si seguíamos cuesta arriba, encontraríamos un taller de tallado de ataúdes, y lo encontramos: ¡qué belleza de trabajo! Allí nos indicaron que ellos solo tallaban, que la pintura era otro trabajo, y que cuesta arriba había un taller de pintura. También llegamos y nos explicaron que allí pintaban, pero que el trabajo terminaba con el tapizado y los adornos que realizaban en otro lugar. En síntesis, nos percatamos de que son las funerarias, principalmente, las que encargan los ataúdes, quienes los hacen llegar al consumidor final, pero en medio existen un sinfín de talleres especializados en cada parte del proceso. Estos ataúdes también tienen su mercado en México y algunos países de Centroamérica, en especial El Salvador.

Terminamos esta primera jornada de reconocimiento del lugar con el almuerzo. Lo cierto es que nos desperdigamos. Algunos comieron hamburguesas, otros pollo, otros comida china, y yo terminé comiendo fruta en este lindo mercado. Acá, en el mercado, comieron otros compañeros platillos como churrascos, toritos, tacos, etc. ¡La verdad, se veían deliciosos! Y además, los precios muy económicos: no más de Q30 por platillo, con bebida incluida.

Última parada: La Familia del Café en San Miguel Escobar

Tras el almuerzo nos dirigimos a la iglesia de San Miguel Escobar, paseo que se complementa con su cruz atrial y el esquisúchil aledaño. Pero eso ya lo conté anteriormente, cuando describí el primer viaje de reconocimiento, y no lo repetiré. Lo cierto es que la visita fue rápida, porque teníamos aún una última parada del día: La Familia del Café, a un par de cuadras de la iglesia. Allí nos recibió uno de los dueños del proyecto, quien nos explicó un poco sobre sus orígenes y cómo nos pueden atender en el caso de que, como guías, deseemos compartir esa experiencia en particular.

La Familia del Café es una empresa cafetalera que ha cultivado café durante más de 50 años, abarcando cuatro generaciones. Fundada por Don Anselmo González y Doña Serapia Vásquez, cuyos rostros están plasmados en el mural del local, la familia ha evolucionado de vender café para los grandes comercializadores a procesar y exportar su propio café. La Familia del Café ofrece tours privados de café, donde los visitantes pueden participar en la cosecha, tostado y preparación del café, y disfrutar de una comida tradicional con la familia.

En realidad, La Familia del Café surge de la visión de apoyarse en cooperativa y comunidad para dejar de depender de la gran empresa para vender su café y generar más beneficios para los productores, mediante la comercialización directa. ¡Un trabajo en comunidad que inspira, ya que han tenido éxito en sus esfuerzos!

Y así terminó este reconocimiento de Ciudad Vieja y San Miguel Escobar. ¡Quedo, en lo particular, pendiente de investigar un poco sobre San Lorenzo el Cubo y hacer la visita de inspección!

2 Comentarios

  • Clustering

    Me parece interesante cómo este texto detalla la exploración de Ciudad Vieja y sus alrededores. Es fascinante descubrir la conexión histórica de lugares como San Miguel Escobar con el pasado colonial. La descripción de la iglesia y su entorno muestra la riqueza cultural que aún se conserva. Sería emocionante seguir explorando más detalles sobre la historia de Santiago de Guatemala. ¿Qué otros lugares en la zona podrían tener una importancia histórica similar? WordAiApi

    • caterina.monti@gmail.com

      Hola, gracias por comentar. Déjame decirte que me he quedado fascinada con estos detalles históricos de Ciudad Vieja, y más que todo de San MIguel Escobar. Me parece que en el estudio de los traslados de las capitales, primero del Valle de Almolonga al Valle de Panchoy, la actual Antigua Guatemala, y luego el traslado en 1776 hacia el Valle de la Ermita está la clave de la comprensión de nuestros orígenes como centroamericanos. ¿Otros lugares con importancia histórica similar? Bueno, las aldeas antigüeñas como San Juan del Obispo y San Pedro Las Huertas me tienen por ahora sorprendida también en ese aspecto…

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