
Naturaleza magnética, historia, cultura y diversión en tres aldeas antigüeñas
8 a.m., 3 de junio de 2025. Punto de encuentro: Intecap, Antigua Guatemala. Piloto: don Óscar Pérez, también empresario, como Living Travel.
Previo a la salida hacia nuestro triple destino del día, nuestro profesor, Guillermo Cuéllar, nos introdujo como aprendices a guías locales a protocolos de orden y seguridad respecto a la unidad de transporte, que deberemos tomar en cuenta cuando estemos haciendo nuestros propios tours.
Puntos a tomar en cuenta: papelería y permisos en orden por parte del piloto de la unidad; revisión de llantas y fugas de aceite; artículos complementarios como triángulos, conos, chaleco reflectivo, extintor de fuegos; limpieza y orden en el interior, así como revisión de buen funcionamiento de aire acondicionado y aspectos generales del interior para prever la mayor comodidad de los turistas.
La revisión externa no pudimos hacerla hasta llegar a nuestro primer destino, la aldea San Cristóbal El Alto, a unos 25 minutos del casco de La Antigua, ya que el tráfico frente a Intecap es pesado, pasan muchos buses y no era lo adecuado ni lo más seguro.
Al enrumbarnos hacia San Cristóbal El Alto, durante el camino, el profe le pidió a nuestro compañero Ebbher, quien sería más adelante nuestro guía comunitario en San Juan del Obispo, que nos hablara de generalidades de la ruta, algo que al ejercer los guiajes es conveniente hacer, para aprovechar todos los momentos del tour e ir generando expectativas.
Una de las cosas que aprendí de esa charla de Ebbher es que la mayor cantidad de agua potable que se recibe en San Pedro Las Huertas tiene su origen en Finca El Pilar, ubicada en San Cristóbal El Bajo. No tomé fotos de estos primeros minutos del tour de este día, pero tomo prestadas fotos que envió el profe a nuestro grupo de WhatsApp.



Antes de las 9 a.m., y cuesta bien arriba, ya estábamos en esta hermosa aldea de Antigua Guatemala, llamada San Cristobal El Alto, un pueblo jardín, bien afamado por sus sitios para hacer avistamiento de aves, abejas y café. Sorprendentemente, esta aldea, con un clima frío, tiene poco más de 600 habitantes, considerándose la población menos contaminada audiovisual y socialmente en todo el departamento de Sacatepéquez. ¡Qué privilegio vivir en este lugar! Sin duda, más de alguno de nosotros pensó en adquirir algún terreno para vivir acá algún día. En esta aldea nos recibió Marcos Pérez, guía comunitario y exalumno de nuestro profesor.

Marcos nos recibió justo frente a un mapa turístico de San Cristóbal El Alto, lugar en donde nos explicó datos relevantes sobre “las vueltas” o curvas que ya habíamos subido hasta llegar allí y lo que encontraríamos en el camino hacia arriba, hasta llegar a la Plaza Central, a unos 500-600 metros de distancia.
Lo cierto es que, para subir hasta esta aldea, se necesita de un vehículo en perfectas condiciones y fuerza suficiente, ya que las vueltas son muy empinadas y estrechas. También existe la opción de hacer senderismo y subir a pie o en bicicleta hasta arriba, previendo que podría ser una subida a pie, a un ritmo moderado, de un par de horas, según me explicó mi compañero Esteban, quien hizo el paseo con su familia, incluyendo a su hijita de 4 años… Les tomó 4 horas subir, por respeto al paso de la niña.
Nota: Después de esta actividad, Esteban realizó la caminata con sus hijos, el menor de ellos de 9 años, y a ritmo tranquilo hicieron 1 hora, 16 minutos a pie.
La primera parada fue un mirador desde donde se observa el volcán Hunahpú, pero hoy no lo pudimos ver porque el día estaba nublado. Luego, paramos en otro mirador bastante emocionante, llamado El Vértigo, en donde cuentan con un miradorcito sobre un árbol que tiene más de 100 años de antigüedad, y además con un columpio para los amantes del vértigo.
El ingreso a El Vértigo es gratis, pero si se desea hacer uso del “mirador extremo” sobre el árbol, el columpio o la alfombra mágica para niños, hay un costo de entre Q15 y Q20. ¡Este lugar es ideal para tomarse muchas fotos y divertirse un rato elevando la adrenalina! Nuestra compañera Keila resultó ser la ganadora de un sorteo que hizo el profe, quien le patrocinó una subida al columpio que se balancea sobre un precipicio.








Alta costura en Varón de Gala
Frente a la entrada a El Mirador El Vértigo, visitamos un museo y sastrería de alta costura llamado Varón de Gala, un lugar que guarda la historia de la tradición familiar y local de sastres, con sus utensilios y antigüedades para ser apreciados por el público, y además ofrecen sus servicios de trajes a la medida.
Según nos cuenta la señorita que nos atendió, en esta sastrería han hecho trajes para personalidades relevantes de la sociedad, entre ellos expresidentes, e incluso tienen clientes extranjeros, especialmente de El Salvador.
Los estilos de los blazers y trajes, femeninos o masculinos, tienen detalles de textiles regionales que realzan la elegancia y originalidad de la indumentaria. Esta sastrería ofrece blazers a partir de los Q1,800.00 y trajes completos a partir de los Q2,800.00.









La Plaza, el agua y un vivero medicinal
Para finalizar el recorrido por esta natural, exclusiva, tranquila y relajante aldea, llegamos hasta la plaza, sobre la cual Marcos, nuestro guía, nos explicó que originalmente en 1530 había una iglesia grande, pero fue destruida por el terremoto de Santa Marta, primero en 1773, luego construida de nuevo y de nuevo destruida por el terremoto de 1976. Por lo que la pequeña iglesia que hoy se alza en este pueblo es la tercera edificación. La fiesta patronal de esta aldea es el 30 de julio, en honor a San Cristóbal, patrono de los automovilistas.
Según la tradición, nos contó Marcos, ese día sale una caravana de automovilistas y motociclistas desde el Tanque La Unión en el casco de La Antigua Guatemala, culminando en esta pequeña plaza.
En los contornos de la plaza, hay una pequeña escuela de nivel primario y un tanque de agua, que origina de 3 nacimientos de la montaña, por lo que se puede tomar directo del chorro, sin temor de contaminación. En este punto, Marcos realizó una pequeña dinámica poniendo a prueba la capacidad de trabajo en equipo por parte de nuestro grupo. Entregó a más de una decena de nosotros unas láminas, las cuales debía sostener cada cual, partiendo del chorro, y unirlas en el camino, unos con otros, hasta lograr que esa agua llegara hasta regar cierta planta.
El propósito de la dinámica era enseñarnos cómo en el pasado los lugareños se las ingeniaban en comunidad para pasar agua del manantial hasta los cántaros, que luego subían cuesta arriba hasta sus casas.


Y por último, cercano a la plaza, ingresamos a un vivero muy especial porque tiene un enfoque medicinal. Se llama Herbolaria Vivero Jardín, en donde nos atendió Lorena. Además de disfrutar del microclima y las energías que transmiten todas las plantas que allí viven, pudimos apreciar los servicios medicinales que ofrecen, entre ellos, venta de hierbas medicinales para mejorar la salud en general y el alquiler de un temazcal, una especie de sauna que es además una práctica cultural y terapéutica ancestral, con fines higiénicos, ritualistas e incluso religiosos.
El costo de la sesión de temazcal, que dura unas 3 horas aproximadamente, es de Q750, ya sea que lo tome 1 persona o hasta una docena de personas, ya que hay espacio suficiente. Si alguien va por fines ritualistas y requiere de un chamán, ese servicio se cobra aparte.




Tras la visita al vivero, nos esperaba don Óscar en su bus para llevarnos a nuestro siguiente destino: la aldea antigüeña San Pedro Las Huertas, mi aldea de residencia.
La aldea de los dos patrones: San Pedro y San Pablo
Llegamos a San Pedro Las Huertas alrededor de las 11:00 a.m. Allí nos esperaba nuestro guía, Félix Parada, un apasionado conocedor y maestro de su comunidad. La conexión fue inmediata: Félix no solo es guía comunitario, también es presidente de la Cofradía de San Pedro Las Huertas y fue alumno de nuestro profesor de Guía Local de Sacatepéquez, Guillermo Cuéllar.
A diferencia de lo que suele ser habitual, Félix no nos recibió en la plaza, sino en el llamado “punto cero”, que no está en la plaza o parque con la iglesia y municipalidad alrededor, como suele ser en otras aldeas. Este “punto cero” está ubicado cerca de la panadería La Repostería. Este lugar marca el inicio simbólico y territorial de los cuatro cantones que conforman San Pedro Las Huertas, y desde allí comenzamos nuestro recorrido.
Nuestro siguiente destino fue la plazuela “central”, que hoy sabemos que literalmente en este caso no es central, donde se levanta majestuosa la iglesia del pueblo, dedicada a dos patrones: San Pedro y San Pablo. Con una fachada de estilo barroco, esta iglesia es uno de los principales referentes visuales y religiosos de la aldea. Aprendimos que en las calles diagonales al parque existen cuatro capillas posas o abiertas, ubicadas estratégicamente en las esquinas, lo que habla de una planificación simbólica y religiosa muy particular en función de facilitar la evangelización de los indígenas. Tengo aproximadamente dos años de vivir en San Pedro Las Huertas, y reconozco que no había reparado en muchos detalles demasiado importantes y curiosos.
Durante la charla con Félix, descubrimos además que justo detrás de la iglesia existió una especie de cementerio, en donde aún estarían enterradas algunas personas. Sobre este lugar, ahora se encuentra la Casa Comunal Juan Pablo II, un espacio de encuentro para la comunidad.
Otra parte muy amena del recorrido fue la visita a las pilas públicas ubicadas en la plazuela. Aún hoy, después de 100 años de haber sido construidas, estas pilas siguen siendo utilizadas por muchas mujeres de la comunidad que llegan a lavar su ropa a mano, desde horas de la madrugada. El primer bloque de pilas no tenía agua, debido a que están en período de limpieza y mantenimiento, según nos explicó Félix. Algunos de nuestros compañeros incluso tuvieron la oportunidad de compartir ese momento con ellas, viviendo una experiencia auténtica y cercana, que nos recordó el valor de los espacios comunitarios y las labores cotidianas que los mantienen vivos.
No se puede dejar de mencionar que otro invaluable tesoro ubicado en la plazuela es el árbol de esquisúchil, una reliquia viviente que recuerda la obra del Hermano Pedro de San José de Betancur, tan querido por locales y visitantes.
Entre las curiosidades que resaltó Félix están los llamados llenacántaros: llaves de agua potable ubicadas en muchas de las esquinas de la aldea. No pasan desapercibidas, porque están muy bien cuidadas, y además funcionan como puntos de abastecimiento de agua potable, siendo utilizados tanto por locales como por visitantes. Félix nos explicó que hasta aproximadamente 1950, esa agua provenía directamente de manantiales puros, lo que resalta la riqueza natural e histórica del sistema hídrico de San Pedro.
También aprendimos que, en el pasado, San Pedro Las Huertas fue un municipio hasta 1934, independiente, que abarcaba otras aldeas como San Juan del Obispo, San Cristóbal El Alto y San Cristóbal El Bajo, siendo “la granja” de Guatemala, desde donde provenían las mejores frutas y verduras, por eso se le conoce como “la tierra de los hortelanos”. Con el paso del tiempo, perdió ese estatus y se convirtió en aldea de Antigua Guatemala, aunque su historia de gran centro de producción de hortalizas sigue viva en la memoria.
Otro detalle que recuerdo muy bien del relato de Félix es una hipótesis local fascinante: se cree que buena parte de San Pedro Las Huertas y San Miguel Escobar podría estar construida sobre una antigua ruta precolombina conocida como la “Ruta de Pompeya”. Esta idea surge a partir de hallazgos arqueológicos ocurridos hace unos 15 años durante la construcción de algunos proyectos residenciales en la zona, específicamente Santa Delfina. (La foto de la chica y el chico en las gradas de la iglesia la tomó Nelly, la “chica” soy yo; y las fotos de las pilas son prestadas de las fotos que el profe nos mandó por WhatsApp).





Un cabildo abierto y una cofradía muy alegre, con chicha incluida y baile de gigantes
Realmente, Félix es todo un libro, y abierto, ya que él sin duda comparte lo que sabe con mucha generosidad. Pronto estará presentando un libro, junto a otros coautores, sobre la historia y cultura de San Pedro Las Huertas. Este libro será presentado en el marco de las múltiples celebraciones que se hacen en San Pedro Las Huertas durante todo el mes de junio, culminando los días 29 y 30 con las grandes celebraciones patronales, en honor a sus dos patrones: San Pedro y San Pablo. En estas celebraciones, las grandes marimbas de la región se hacen lucir desde las cuatro esquinas de la plazuela y alegran el ambiente. Aunque en teoría se han unificado las fiestas patronales en sólo uno de esos dos días, Félix nos dice que en la práctica se siguen celebrando a lo grande ambos días. De hecho, todo junio es un mes de múltiples actividades, eventos y celebraciones en San Pedro Las Huertas, empezando por este primer fin de semana, que se celebrará el Festival del Tayuyo y la Chicha, además de un acto de aniversario en honor al agua que se recibe en la aldea. Otras épocas de gran fiesta en San Pedro Las Huertas son: Cuaresma y Semana Santa; las fiestas cívicas de septiembre; y el segundo y tercer fin de semana de diciembre. ¡Importante para nosotros, aprendices de guías locales, tenerlo en cuenta!
Luego de visitar la plazuela, Félix nos llevó al cabildo abierto en la Auxiliatura Municipal, donde se mantiene la autoridad de un alcalde auxiliar de la Municipalidad de Antigua Guatemala. Este alcalde auxiliar se cambia cada año, y tanto él como el personal complementario reciben básicamente un salario simbólico, no equiparable a la labor que se espera de ellos, en razón de las diferentes necesidades que se puedan presentar en la comunidad, relacionadas con los servicios públicos. El lugar de resguardo de documentos y libros importantes de la aldea, sin embargo, es la iglesia y no la auxiliatura, ya que se considera más segura la iglesia.
Finalmente, pero no menos interesante, terminamos el tour por San Pedro Las Huertas en la Cofradía, un lugar que, para el mismo cofrade, es decir nuestro guía Félix, es más un espacio cultural que religioso. En esta casa, situada a pocos metros de la plazuela, se encuentran réplicas de las imágenes religiosas de la iglesia, y en el piso superior hay una camita muy antigua sobre la cual yacen prendas tradicionales que pertenecieron a la última habitante sanpedrana que utilizó la indumentaria maya, Brígida Zamora, quien falleció en 2005, casualmente pariente política de nuestro guía Félix.





En el jardín de la Cofradía, Félix nos tenía preparada una dinámica que cautivó a todos, tanto a quienes participaron como a quienes observamos. ¡Fue un momento sumamente cultural y, al mismo tiempo, divertido! En el jardín había cuatro estructuras de las famosas gigantas, que bailan durante los festejos tradicionales de San Pedro Las Huertas. Al ritmo de la melodía en marimba titulada San Pedro Las Huertas, y de cuatro en cuatro, Félix invitó a “bailar las gigantas”, y como premio, los bailarines recibieron una degustación de chicha sanpedrana. Con esta alegría nos despedimos de San Pedro Las Huertas, y ya con hambre, nos dirigimos a nuestra última parada del día: San Juan del Obispo.
Cabe mencionar que en San Pedro Las Huertas nos faltó mucho por ver, como los talleres de productos locales, la piedra de origen volcánico con la impresión de la pata de cabra, el convento de Las Clarisas y el bosquecito, entre otros encantos que esconde esta importante aldea antigüeña.
(Las dos fotos finales sobre el baile de las gigantas son prestadas de las imágenes que envió el profe al grupo de WhatsApp).


San Juan ¿Bautista? del Obispo, pueblo pintoresco con reconocimiento mundial
Llegamos alrededor de la 1:30 p.m. a nuestra última parada: la aldea San Juan del Obispo, una encantadora comunidad ubicada en las faldas del Volcán de Agua, que en 2024 fue reconocida con el prestigioso galardón Best Tourism Villages por ONU Turismo. Este reconocimiento destaca su compromiso con la sostenibilidad, la preservación cultural y el turismo comunitario. Con su histórica iglesia, talleres de chocolate artesanal, madera, hierro, productos derivados del níspero y paisajes que conectan con la esencia de La Antigua Guatemala, San Juan del Obispo es una de las aldeas que, como guías de turismo, representa una experiencia auténtica digna de compartir.

Nos dividimos en tres grupos para comer: unos se fueron a Sabores de mi Pueblo, otros a Sanjuanera y otros, incluida yo, a la casa de nuestro compañero y guía comunitario de San Juan del Obispo, Ebbher Morales, quien nos vendió a muy buen precio el pepián, con arroz, tortillas y fresco. Como cortesía, nos brindó una generosa taza de delicioso café. Ebbher sería, luego del almuerzo, nuestro guía para la práctica del día.






Empezamos el tour de la aldea San Juan del Obispo en la plaza central, justo sobre la cruz atrial trinitaria, una joya colonial tallada en piedra y ubicada frente a la iglesia. Tal como nuestro compañero y guía, Ebbher, nos explicó, esta cruz es trinitaria, ya que se forma sobre tres basas, en contraste con otras cruces en otros lugares de la región, que reposan sobre cuatro basas —la cruz de los evangelistas—, o sobre una esfera circular —la cruz del Nuevo Mundo. Así como en otras aldeas de la zona, esta cruz atrial es un testimonio de la fusión entre la cosmovisión indígena y la evangelización cristiana. Cercana a la cruz, se erige la fuente hermosa de la plaza, y aunque no le dedicamos mucho tiempo a su contemplación, su belleza es magnética, como para regresar y reparar más en ella.
Donde sí nos detuvimos en detalle fue en las gradas de la Iglesia de San Juan del Obispo, construida en el siglo XVI como parte del primer obispado del país, fundado por el recordado obispo Francisco Marroquín. Su arquitectura y su ubicación privilegiada frente al Volcán de Agua la convierten en un sitio de gran valor histórico, religioso y comunitario. Cada 24 de junio, el pueblo celebra su fiesta patronal en honor a San Juan Bautista, con procesiones, música, marimba, gastronomía tradicional y actividades varias. Realmente, Ebbher —quien es licenciado en Artes y con estudios de Arquitectura— nos explicó en detalle datos técnicos sobre el tipo de edificación que es la iglesia, así como sus adornos, pinturas y símbolos. Sin embargo, para efectos de documentar este viaje en esta bitácora personal, apunto dos curiosidades que me llamaron más la atención. La primera es que esta aldea, antes de llamarse San Juan del Obispo, se conocía como San Juan Bautista, en honor a su santo patrono y nombre de la iglesia; pero, debido a la actividad e influencia del obispo Marroquín, se habría cambiado el nombre a San Juan del Obispo. El otro detalle que me pareció muy curioso es la interpretación de Ebbher acerca del estilo arquitectónico de la iglesia. Por muchos es considerada barroca, pero, revisando bien su estilo y época de construcción, Ebbher considera que es más bien renacentista, o en todo caso, barroco tardío. Lo cierto es que su fachada es muy sobria, más aún si la comparamos, por ejemplo, con la fachada de la iglesia en San Pedro Las Huertas, de donde recién veníamos, con un estilo muy cargado, muy evidentemente barroco.
Después de la iglesia, yendo hacia el lado y atrás de la misma, conocimos un espacio donde destacan unas pilas de agua y un hueco con apariencia de pila o tanque muy grande, aunque sin agua. Nos explicó Ebbher que a ese gran depósito —en efecto, para agua— se le conoce como “el tancón”, y servía para que las bestias llegaran a beber tras largos recorridos, sin interferir con las actividades de quienes lavaban en los lavaderos cercanos. Según la tradición local, en ese mismo lugar pudo haber estado uno de los cuartos del obispo Marroquín, lo que refuerza aún más la importancia histórica y simbólica del sitio como uno de los primeros centros del poder eclesiástico en el país.
Un museo que honra a través de los niños la memoria de Luis de Lión y el “bate que bate” el chocolate
Debo confesar que cuando Ebbher dijo: “Ahora vamos a conocer la Casa Museo Luis de Lión”, me entusiasmé mucho, ya que en febrero pasado, cuando el dúo cubano Buena Fe se presentó en el Trova Jazz de Guatemala, el vocalista Israel —en un reel de Instagram— transmitió un en vivo muy emotivo desde esta casa museo.
Esta Casa Museo es un espacio dedicado a preservar la memoria del escritor guatemalteco José Luis de León Díaz, conocido como Luis de Lión. Ebbher nos explicó que el “de León” lo cambió por “de Lión” en un manifiesto de rebeldía. Este museo es administrado por su hija, Mayarí de León González, y funciona como un centro cultural que ofrece actividades artísticas y educativas para niños y jóvenes de la comunidad.
Luis de Lión, nacido en 1939 en este mismo pueblo, fue un destacado escritor y educador de origen maya k’iche’. Fundó una biblioteca en 1962 para fomentar la lectura y la alfabetización entre sus vecinos. Su compromiso con la educación y la justicia social lo llevó a ser secuestrado y desaparecido en 1984 durante el conflicto armado interno en Guatemala.
Hoy, su legado perdura a través de la Casa Museo, que no solo conserva sus obras y pertenencias, sino que también continúa su labor educativa mediante talleres de música, teatro, lectura y otras expresiones artísticas, dirigidas en especial a la niñez local. Lastimosamente, no pudimos conocer a los niños ni observar algunas de sus actividades, ya que estaban en una capacitación especial y privada en ese momento.
Toda la casa, por dentro y por fuera, perpetúa en sus paredes escritos de Luis de Lión. ¡Una maravilla!






Ya un poco a la carrera —ya que el bus estaba contratado para salir a las 4 p.m. de San Juan del Obispo de regreso a las instalaciones de Intecap, y estábamos muy cerca de la hora— pasamos por el Monumento al Níspero, una escultura a la entrada de la aldea que rinde homenaje a su fruto más representativo, con el cual los artesanos hacen de todo: pan, cremas, licores, mermeladas, dulces, etc. El níspero, cultivado en la zona desde hace generaciones, es símbolo de identidad local y fuente de sustento para muchas familias.
Y para finalizar con broche de oro, Ebbher nos llevó al restaurante Sanjuanera. Al ingresar, nos entregó a cada uno un fragmento de plastilina artesanal y nos explicó que era para que esculpiéramos un níspero. Así lo hicimos y, mientras tomábamos lugar en el local para una explicación sobre el cacao que nos iban a dar, formamos nuestras figuras y enviamos la foto al grupo de WhatsApp de la clase.
La representante de Sanjuanera inició su explicación sobre cómo elaboran algunos de sus productos de cacao, y algunos compañeros incluso pasaron a experimentar cómo es moler el cacao con una piedra tradicional. Creo que nadie de nosotros imaginó que la sesión se volvería tan divertida, cuando de repente nos empezaron a explicar el truco para hacer la “taza de chocolate” perfecta. ¿El secreto? Batirlo, pero bailando. Y con la canción tropical Mayonesa de la Banda Chocolate, con su corito “y bate que bate el chocolate”, muchos se animaron a menear el cuerpo… y el chocolate. Creo que don Arturo, nuestro compañero con más experiencia en la vida, fue el que más se lució. Y mientras probábamos además el ron de cacao, la alegría se contagió entre todos.
En sí, Sanjuanera, más que un restaurante, es un espacio que celebra la riqueza gastronómica local, destacando especialmente los productos artesanales elaborados a base de níspero y cacao. Los visitantes pueden disfrutar de una experiencia única al conocer el proceso de elaboración del chocolate artesanal y degustar delicias como pan de níspero —que también probamos—, crema de níspero y ron de cacao. ¡Todo demasiado delicioso!
Y así acabó este día, lleno de conocimiento y experiencias nuevas, además de haber fortalecido el compañerismo entre nosotros, los futuros guías locales de Sacatepéquez. Yo me fui de allí a mi casa en San Pedro Las Huertas, otros se fueron también por sus propios medios, pero el bus esperó a mis compañeros hasta las 4:30 p.m. aproximadamente, y hasta este momento no sé quién ganó el concurso de la figurita del níspero. ¡Dicen que ya hay finalistas!




