Bitácora Guía Local

Entre la belleza del Alux y la fuerza de los sismos: crónica de un viaje truncado

Aunque intento apegarme a la objetividad, no puedo obviar que desde temprano me sentí rara. Ahí vamos. Día en el que sucede el siguiente recuento: 8 de julio de 2025.
Este viaje de reconocimiento del grupo de estudiantes de guía local de Sacatepéquez, de INTECAP, empezó un poco raro. Desde primera hora, algo en mí estaba inquieto.
Mis compañeros, David y Ariel, habían sido asignados para organizar la salida a San Lucas Sacatepéquez y Santiago Sacatepéquez. Sin embargo, un día antes, David informó que Ariel no podría participar y que sería reemplazado por nuestro compañero Ebbher Morales, quien es guía comunitario de San Juan del Obispo.
David nos citó a las 7:50 a.m. para lograr llegar puntuales a nuestro primer destino en San Lucas Sacatepéquez: el Cerro Alux a las 8:30 a.m. Muy pocos cumplimos la puntualidad, pero aun así conseguimos salir alrededor de las 8:03 a.m. ¡Nada mal!

¡Bienvenidos al Parque Ecológico Senderos de Alux!

Llegar al Parque Ecológico Senderos de Alux (Cerro Alux), ubicado en San Lucas Sacatepéquez, es adentrarse en una reserva protegida de bosque nuboso que se extiende sobre más de 5,000 hectáreas de bosque intacto, a unos 26–27 km de la Ciudad de Guatemala. Este cerro es fundamental como pulmón verde y fuente de agua para muchas comunidades del Altiplano.
Al nomás bajarnos del microbús, piloteado de nuevo por don Óscar Pérez, quien se ha convertido en nuestro transporte oficial, se sintió el cambio de clima: frío rico. Nos esperaba a la entrada el guía del parque asignado a nuestro grupo, Adrián Santander. Él nos explicó un poco sobre cómo funciona el ingreso al parque, cuyo costo es de Q20 por persona, y si hay disponibilidad de guías en ese momento, se asigna uno para dar un tour entre senderos y bosque, de alrededor de una hora y media a dos horas. Este servicio de guía no tiene costo extra, pero claro que pueden recibir una propina, la cual es más que bien merecida por todo el conocimiento del camino, de la zona y por el esfuerzo.
Nos explicó don Adrián que en el parque hay senderos interpretativos, miradores hacia los volcanes Agua, Fuego y Acatenango, columpios gigantes, puentes colgantes, bosque, áreas de picnic y camping, así como un hotel con salón de eventos.

Empezamos a caminar por los senderos cerca de las 9 a.m. Varios compañeros se animaron a columpiarse sobre los pequeños abismos, así como a balancearse en los sube y bajas. Vimos una variedad de hongos impresionantes por sus colores, una orquídea, gusanos enormes, parásitos, y luego pasamos a adentrarnos en el bosque de vegetación mixta con mucho pino, ciprés y roble. Don Adrián nos explicó que hay 64 nacimientos de agua, además de 53 especies de aves inventariadas, mamíferos, murciélagos, reptiles, ardillas, mariposas y hasta culebras, pero ninguna venenosa.
Subimos el cerro, entre el bosque, el cual está a una altura que varía entre 1,600 y 2,305 metros sobre el nivel del mar (msnm), según el Consejo Nacional de Áreas Protegidas de Guatemala. Lo cierto es que la altura se siente y deja un poco sin aliento, pero los senderos están bien definidos, son seguros y fáciles de ascender.

No puedo creer que hasta este punto de la historia me acuerde, pero es que además de con Adrián, desde el principio nos acompañó un guía muy especial: un perrito negro que no se nos despegó y que definitivamente nos mantuvo orientados durante todo el tour. ¡Ya lo verán en las fotos más adelante!

Tras la subida del bosque llegamos a un camino adoquinado, a pocos metros del ingreso al hotel, en donde nos esperaba Ángela, quien muy amablemente nos mostró las habitaciones y nos dio información muy puntual. Nuestro perrito guía no pudo ingresar con nosotros por el portón principal al hotel, porque unos perros lo custodiaban y no se lo permitieron. Sorpresa nos dio cuando lo encontramos más arriba, por el área de habitaciones, en donde continuó su servicio de guía. ¡El perrito bordeó el área para culminar su labor con nuestro grupo!

Las habitaciones son como mini apartamentos, y tienen un costo de Q600 para hasta 4 personas, y Q1,000 para hasta 8 personas. El salón de usos múltiples es también muy bonito, y tiene un precio de Q1,000 por día sin mobiliario, con capacidad para hasta 150 personas. Si se quiere alquilar el lugar completo, con una capacidad para pernoctar de hasta 36 personas, más el uso del salón múltiple en caso de evento, tiene un valor de Q6,000. ¡Muy valiosa información, ya que el lugar es muy lindo, ecológico y su ubicación muy conveniente: cercano a Ciudad de Guatemala y a La Antigua Guatemala!

Bueno, hasta acá llegó nuestro paseo en este hermoso lugar. Don Óscar y su microbús ya estaban esperando en el estacionamiento de este hotel para continuar con nuestro recorrido. A la salida del lugar, logramos ver una linda ardilla. ¡De antemano advierto que Cerro Alux, en lo personal, fue lo más lindo de este viaje de exploración! Acá les dejo la galería con imágenes que dicen mucho más que las palabras que les he expresado.

San Lucas y el esperado almuerzo en El Caminero

Después de la caminata por el bosque y la conexión con la naturaleza en el Cerro Alux, el siguiente paso lógico era adentrarse un poco más en el corazón del municipio. A eso de las 11 a.m. llegamos al centro de San Lucas Sacatepéquez, donde se encuentra una de sus joyas históricas y religiosas más importantes: la iglesia parroquial dedicada a San Lucas Evangelista.
Ubicada justo en el parque central del municipio, esta iglesia es una edificación de estilo colonial sencillo, con fachada blanca, campanario y una plaza frontal. Esta iglesia tiene ese aire acogedor y auténtico, con importantes pinturas en su interior. 

El patrono del municipio es San Lucas Evangelista, uno de los cuatro evangelistas del Nuevo Testamento. Tradicionalmente se le representa con un toro o buey alado, símbolo de sacrificio y fuerza espiritual. San Lucas también es considerado el patrono de los médicos y pintores.Las fiestas patronales en honor a San Lucas se celebran cada 18 de octubre.

Algo que me encantó de San Lucas es que, aunque está ya muy cerca de la ciudad capital, conserva esa mezcla encantadora de pueblo con tradiciones vivas en medio de infraestructura más moderna, como son centros comerciales importantes, varios.

Nuestro compañero Ebbher nos contó un breve relato sobre las generalidades de la plaza, previo al almuerzo, que la mayoría de nosotros esperaba tomar en el tan afamado mercado monumento dedicado a los “camineros”: los trabajadores que construyeron las carreteras de la región, desde la Antigua hasta Chimaltenango. Su origen se remonta a la primera mitad del siglo XX, en un punto conocido como “La Cuchilla”, donde los trabajadores de la vía construían caminos y erigieron un monumento con pala, azadón y rueda de carreta. Según investigué posteriormente en publicaciones periodísticas en línea, fue desde los años cincuenta que empezó a formarse un mercado al aire libre: al principio vendían verduras, atoles, tamalitos, hasta evolucionar en los sesenta como un centro de encuentro gastronómico y artesanal. En 1981 fue trasladado al lugar actual debido a ampliaciones de la carretera. El mercado mantuvo su nombre aunque el monumento original se desmontara. En 2014, el INGUAT revitalizó la entrada con una fachada renovada de columnas y arcos.

Teníamos una hora para almorzar, ya que a las 12 y media del mediodía nos esperaba nuestro transporte para continuar a nuestro siguiente destino. No pude disfrutar de mi tan anhelado almuerzo porque debía hacer un pago en el banco, y aproveché que cerca había uno. Cuando llegué al mercado, exploré un poco y noté las ventas de comida tradicional: atoles, tamalitos, rellenitos, pepián, caldos, churrascos, tostadas, dulces. ¡Ah, por cierto, San Lucas es la ciudad representativa del atol de elote! Me compré un par de rellenitos con frijol y ese fue mi almuerzo. ¡Regresaré pronto a comerme un tradicional churrasquito o unas buenas tostadas!

También observé que en el mercado hay muchos puestos con artesanías variadas.

En fin, hora de partir.

Las tres cruces y un cementerio para elevar barriletes

Poco antes de la 1 p.m. ya estábamos en un lugar, una intersección en la carretera que nos lleva a Santiago Sacatepéquez, que se llama Las Tres Cruces. Ebbher se había dedicado a estudiar sobre las diferentes interpretaciones de este pequeño monumento, las cuales compartió con nosotros. Como guías, aprendimos que, al planear una visita a Santiago Sacatepéquez, es importante incluir el Monumento de las Tres Cruces, ya que permite entender mejor la historia del municipio, sus movimientos de población y su simbología religiosa. Puede ser una parada muy breve, pero abona mucho a comprender la identidad histórica del lugar.

Concretamente, Las Tres Cruces es una estructura de piedra con tres cruces unificadas en su parte superior, ubicada en un punto estratégico donde se bifurcan los caminos hacia San Pedro Sacatepéquez, la aldea San José Pacul y el poblado principal de Santiago Sacatepéquez. Según la tradición oral local, la antigua cabecera del municipio estaba precisamente en este lugar y fue el punto de partida de un traslado de la población por el frío intenso, hasta el valle donde hoy se asienta el pueblo. Al otro lado de la carretera, frente a Las Tres Cruces, hay un mirador, pero en esta ocasión no subimos. ¡Queda como punto pendiente! Los paisajes en la zona son muy agrícolamente hermosos.

Luego, nos dirigimos al centro de Santiago Sacatepéquez, en donde nos centramos en conocer el Cementerio. En el camino al cementerio, nos percatamos de que ya empiezan las preparaciones para celebrar la feria titular de este municipio, en honor al apóstol Santiago, siendo el 25 de julio el día central. Sin embargo, no sólo estas fechas son de mucha celebración y atracción turística. Le compite el 2 de noviembre.

Si hay una fecha sagrada para el pueblo de Santiago Sacatepéquez, es el 2 de noviembre, Día de los Difuntos. Pero no es un día de tristeza, sino una jornada donde el cielo se transforma en un lienzo de color y tradición viva. Ese día, el Cementerio General se convierte en el escenario del majestuoso Festival de Barriletes Gigantes, una de las expresiones culturales más impresionantes de Guatemala y del mundo.

Ebbher nos explicó un poco sobre los tipos de barriletes que se fabrican. Los barriletes gigantes son verdaderas obras de arte de papel de china, bambú, hilo, pegamento y mucha, mucha creatividad. Algunos llegan a medir entre 8 y 15 metros de diámetro. Los más grandes no se vuelan, sólo se exhiben sobre estructuras de madera. Otros, más pequeños (aunque igual de impresionantes), sí se elevan al cielo como mensajeros simbólicos que conectan el mundo de los vivos con el de los muertos.

La tradición cuenta que los barriletes sirven para espantar a los malos espíritus y permitir que las almas de los difuntos visiten a sus seres queridos en paz. Además, para los creyentes de esta tradición, funcionan como medio de comunicación espiritual: los mensajes que los vivos escriben en ellos “vuelan” hasta los cielos.

Nuestro profesor, Guillermo Cuéllar, nos explicó que hasta hace pocos años los barriletes también tuvieron el rol político de plataformas de denuncia, pero que más recientemente se ha recuperado su protagonismo cultural.

Los barriletes se preparan durante meses por equipos familiares o colectivos juveniles que trabajan día y noche en casas, centros comunales o cofradías: ¡todo está hecho con recortes de papel! Y llueva o truene, el 2 de noviembre se presentan sí o sí.

En el Museo Regional de Santiago Sacatepéquez, a pocos metros del Cementerio, el cual sería nuestro siguiente y último destino, se encuentra una placa en donde se reconoce a este municipio y a Sumpango por mantener viva la tradición de la elaboración de barriletes gigantes, constituyendo Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, certificado por la UNESCO.

El museo en donde nos agarró el temblor

Estábamos aún a media tarde, alrededor de las 3 p.m., y faltaba un destino importante: Santa María Cauqué. Sin embargo, se optó por hacer una parada en el Museo Regional de Santiago Sacatepéquez.

Muy amablemente, en el museo nos atendió Clara, quien comenzó a guiarnos por el recorrido, haciendo énfasis en que este es un lugar clave para conocer el patrimonio arqueológico, histórico y cultural del municipio. El museo integra tradiciones vivas, como los barriletes gigantes, y ofrece actividades educativas que conectan el pasado con el presente.

Clara nos estaba explicando algo sobre el terremoto de 1976 cuando, como si fuera un efecto complementario, comenzó a temblar muy fuerte. Nos asustamos. Pensamos: “bueno, un temblor”. Continuamos el recorrido, ya con poca concentración, y de forma rápida finalizamos la visita para dirigirnos al microbús rumbo al que sería nuestro último destino: Santa María Cauqué.

Sin embargo, justo cuando nos acomodábamos en el bus, volvió a temblar. Vimos cómo se movían los postes y los cables a nuestro alrededor. La inquietud creció, y se decidió suspender la visita final y regresar directamente a INTECAP para volver cuanto antes a nuestros hogares.

Entre los mensajes de amigos y familiares, la información oficial, las redes sociales y el sonido de ambulancias, la alarma aumentó. Al pasar por La Antigua, vimos que se había caído una pared aledaña a las ruinas de El Carmen, dejando parcialmente soterrado un automóvil. Ahí entendimos que estos sismos habían sido de considerable magnitud.

Los daños se han hecho sentir y, hasta este momento —10 de julio por la noche— los temblores no han cesado y aunque son de menor intensidad que los primeros, no dejan de preocupar. Se reportan epicentros principalmente en la zona de Escuintla y Sacatepéquez, siendo el municipio de Santa María de Jesús el más afectado.

Así, con estos sismos se truncó nuestro viaje de reconocimiento poco después de las 3 p.m. Agradecemos haber regresado todos con bien a nuestras casas, y esperamos que la madre naturaleza se calme y que la tierra vuelva a mantenerse estable.

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